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lunes, 10 de marzo de 2014

El héroe épico

El héroe épico se caracteriza por concentrar en su persona las virtudes más apreciadas por una sociedad determinada. Desde esta perspectiva, el héroe épico constituye un modelo a imitar para los integrantes de una determinada sociedad. Así, no es casual que cada sociedad perfile a los héroes de sus relatos épicos a partir de las necesidades y de los intereses de la época.
Este héroe manifiesta estas virtudes a través de sus acciones. Así, por ejemplo, en los relatos épicos es normal que se presenten escenas de combate en las que se puede apreciar la valentía y la fortaleza del héroe. Si bien las virtudes guerreras como la fuerza física y la valentía en el campo de batalla suelen ser un común denominador de estos tipos de héroes, lo cierto es que no se mantiene la misma constancia con respecto a las virtudes espirituales. Así, por ejemplo, mientras el Cid Campeador, en tanto héroe épico, presenta virtudes espirituales, como la humildad y la mesura, en Aquiles estas dos virtudes están ausentes. Esto es explica porque entre la Grecia antigua, que dio origen a la figura de Aquiles, y la Edad Media, época en la que se ubica el Cid, median más de dos mil quinientos años. Mientras que en la antigua Grecia, dadas las guerras constantes, se priorizaban de manera exclusiva las virtudes guerreras, en la Edad Media el concepto de héroe se vio enriquecido por virtudes cristianas, como la humildad o la mesura, que ya nada tenían que ver con los ideales guerreros que dieron origen a la figura de Aquiles.
El héroe épico, al ser un tipo de héroe que comparte los valores de la sociedad en la que surge, no problematiza los valores de la época sino que se limita a celebrarlos de manera acrítica.