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lunes, 21 de abril de 2014

Los relatos de caballería

Entre los siglos XII y XIII, el papel de los caballeros en las batallas cambió sustancialmente. Con el advenimiento de las Cruzadas, el enemigo pasó a ubicarse en territorios alejados y desconocidos. Surgió así el espíritu de aventura. Los señores empezaron a soñar con lugares distantes, llenos de encanto y de misterios. Asimismo, junto al espíritu de aventura nace el espíritu cortesano, caracterizado por el refinamiento de las costumbres. Entonces, el ideal heroico de la época ya no presenta solamente virtudes guerreras como la valentía o la fuerza sino que también presenta virtudes apreciadas en las cortes como la elegancia y la cultura.
El caballero representa un tipo de héroe diferente del héroe épico medieval. El segundo se halla dentro de una trama histórico-política, y alcanza su realización dentro de la sociedad en la que vive. Por lo tanto, los lugares por los que transita son reales. Al caballero andante, en cambio, no le interesa la política: busca lucirse con las armas para ganar el amor de su dama, poniéndose constantemente a prueba por medio de la aventura. Asimismo, los lugares que recorre el caballero son escenarios genéricos; es decir, el caballero va a recorrer castillos, bosques, etc., sin que nunca pueda ubicarse geográficamente de manera inequívoca dónde se desarrollan los hechos. Estos escenarios generalmente van a estar plagados de elementos fantásticos como dragones, gigantes o espadas mágicas.
Los móviles del caballero, a diferencia de los del héroe épico, generalmente no poseen un carácter político. Los caballeros luchan por el honor y por el amor de su dama. Un ejemplo de esto puede verse en el caso de los caballeros de la Mesa Redonda, quienes tenían por costumbre enviar a la sesión plenaria de la corte, en la fiesta de Pentecostés, a todos sus vencidos para que presten homenaje al rey e informen de sus proezas a las damas de la corte. 


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