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lunes, 21 de abril de 2014

Proyección contemporánea de la tragedia

Pese a los numerosos cambios que se dan con el paso a la modernidad, lo trágico como sentimiento y la tragedia como género literario logran sobrevivir, aunque no sin sufrir algunas alteraciones. Las dos diferencias principales de nuestra concepción de lo trágico con respecto a la de los griegos de época clásica son las siguientes:
1- Mientras que para los griegos la tragedia se caracterizaba por poner en escena a personajes nobles, las tragedias contemporáneas no consideran que esto sea necesario. Esta diferencia se origina en que ambas épocas priorizan aspectos diferentes. La tragedia clásica prioriza el carácter noble del héroe trágico para que la caída sea aún más pronunciada. Esto se apoya en la idea de que hay una proporción entre la altura desde la que cae el héroe y el efecto trágico (mientras más alto se encuentre el héroe, mayor será el estruendo cuando se produzca la caída). La tragedia contemporánea, por su parte, prioriza la posibilidad de que el lector/espectador se identifique con los padecimientos del héroe trágico. Como el lector/espectador promedio dista mucho de ser un rey como Edipo, es entendible que la tragedia contemporánea ponga en escena a personas comunes con las que el lector pueda identificarse con mayor facilidad.
2- Si bien la tragedia contemporánea mantiene en gran medida el tópico trágico clásico del sometimiento a un poder que no entendemos ni controlamos pero que, de alguna manera, determina nuestra existencia, lo cierto es que cambia la naturaleza de este poder. Mientras que en la tragedia clásica este poder está representado por los dioses y, en última instancia, por el destino, en el caso de la tragedia contemporánea este poder se seculariza y pasa a estar representado por los poderosos o por la sociedad.

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