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lunes, 10 de marzo de 2014

El héroe y el héroe literario

Lo primero que nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra "héroe" es una persona que realiza alguna acción heroica, como salvar a alguien de algún peligro. Así, en un principio, tendemos a atribuirle a esta palabra un contenido ético. En otras palabras, el héroe sería una persona que reúne una serie de virtudes apreciada por la sociedad.
El problema cuando pasamos del héroe a secas al héroe literario se produce porque el segundo no tiene un contenido ético. Así, en el campo del análisis literario, vamos a llamar "héroe" simplemente al personaje principal de una obra narrativa. De esta manera, podemos tener héroes literarios que no sólo no reúnan virtudes apreciadas por la sociedad sino que, incluso, concentren los defectos más odiados por la misma.
Esta diferencia entre un uso ético y no ético del término "héroe" se debe a que, en sus inicios, la literatura se dedicó a tomar por protagonista a personajes que reunían las virtudes apreciadas por la sociedad de la época. Así, por ejemplo, la poesía épica griega celebra las hazañas de los héroes de la guerra de Troya. Entonces, en este primer momento, no había ninguna oposición: el héroe literario era un héroe en el sentido ético del término.
Pero a medida que avanza el tiempo, se da una degradación en los personajes que son objeto de interés literario. Así, la literatura empieza a ocuparse de personajes que no tienen nada de grandioso. Llegado este punto, la teoría literaria, en vez de reemplazar el término "héroe" por uno nuevo, prefirió mantenerlo y quitarle el contenido ético que originalmente tenía. De este modo, el héroe en el campo de los estudios literarios pasó a ser un sinónimo de "personaje principal".

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